Bon vivant

lunes, 29 de julio de 2019

Brutus Bicefalicus

Como es sabido, no todo está inventado. Hoy me he quedado observando durante un rato los trabajos de desescombro en lo que fue una fábrica y más tarde vivienda de okupas, convertida hoy en una parcela hedionda cuya descripción tendría que plagiar del Sutree de Cormac McCarthy en sus primeras páginas,  efectuados por una grua armada con una pinza gigantesca con aspecto de boca de tiranosaurio. Un trabajo digno de ver: sin sentimiento alguno de piedad hacia nada, la pinza llega sobre su presa con la boca abierta, ahora un pedazo de valla metálica de siete u ocho metros de largo que se contrae cuando lo trincan los dientes mortíferos del bicho de hierro que lo levanta como si fuera una medusa muerta, como si fuera nada, mueve el brazo hasta un contenedor donde suelta la pieza, la hunde, la aplasta, la suelta para morder el pedazo que cuelga fuera del recipiente, la dobla como si fuera papel de aluminio, la introduce y se va a por otra víctima. Un espectáculo de poder. Destrucción en estado puro. Se trata de desescombrar, despejar y limpiar, sin triar y para eso nada como la fuerza bruta y ciega de un monstruo de hierro manejado por un ser humano. Supongo que ha sido eso lo que me ha llevado, por asociación de ideas, a valorar la posibilidad de crear la primera empresa a escala mundial de alquiler de mallos. Se llamaría algo así como "El hombre del mallo" o incluso algo más ordinario: "El tío del mallo". El espectro de mercado es amplio: no diré yo que de siete mil millones de unidades por año, pero por ahí andarán los números porque demanda abría. El estudio de mercado nos lo ahorraríamos sin duda, pues basta ver cómo está el patio para darse uno cuenta de las posibilidades de tal empresa. ¿Quién tiene un mallo en su casa? Nadie. ¿Quién no ha deseado alguna vez disponer de uno como solución rápida a un sinfin de circunstancias? Todo el mundo. Porque...¿quién no ha querido hacer añicos el aparato de televisión mientras aparecía en pantalla, pongamos por caso, uno de estos políticos que hieden a cinismo y apestan a mentira? Ya sé que si le lanzamos el móvil podemos matar dos pájaros de un tiro: tv y móvil. Pero no es lo mismo. El mallo da la sensación de poder, de absolutismo si se quiere. Un golpe sólo. De arriba abajo. Mueble incluido. ¿O quién no hubiera ofrecido en prenda al estafador de su dentista a cambio de un mallo cuando el vecino del 8º 7ª se fue de juerga y dejó los dos perros ladradores encerrados en el balcón un martes laborable? El mallo. Es definitivo y no ofrece duda. Ahí está el negocio. Alquiler por minutos. Servicio a domicilio. Sin seguro.

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