No fui llamado por el camino de
la disertación y la verborrea. Para eso ya llegó antes que yo Don Mario Moreno “Cantinflas”.
Ni tampoco lo fui por el camino de la prédica y el adoctrinamiento: la caterva
de la política, con su maldad o su ignorancia, ya se afana por ocupar esa
avenida hacia la autodestrucción. Mis opiniones son mías e intransferibles y
líbreme Dios de intentar siquiera convencer a alguien sobre cualquier tema: atrás
quedaron los tiempos de la actitud dogmática. Así que, en lo referente al
ámbito musical, voy a ser directo y simple: existe la Música, la música y el
ruido. Sobre las dos últimas no voy a gastar muchas más palabras de las que
dejo aquí escritas. Allá cada cual con sus oídos y su cerebro. Sólo añadiré que
existiendo la catedral de Burgos y las Pirámides, no me interesa hablar sobre
el chamizo del tío Paco. En cuanto a la Música, sólo me interesa la Obra
Maestra. De cualquier estilo. Porque la Obra Maestra no sólo está en la música
clásica, en el jazz o en los tam-tam de los aborígenes de Nueva Papúa. No.
Considero que pensar así es un error (o una incapacidad) tan abominable como (salvo honrosas excepciones)
comprarse toda la discografía de… (No diré nombres, de momento). La Obra Maestra
aparece en cualquier estilo, desde la clásica hasta el deep house, pasando por
el bebop, el funky eléctrico, el flamenco, el disco, el pop, el rock, el tecno
pop y todo ese largo etcétera de estilos, y puede ser obra de alguien a quien
jamás se le volverá a aparecer la musa y quizá jamás volverá a crear algo digno de
ser considerado Obra Maestra. Y eso vale tanto para el cantautor que aún toca
en los pasillos de Metro de Madrid (en los del Metro de Barcelona, no sé si la
mafia de los manteros y la alcaldía permite tocar a nadie) como para los “grandes”.
Pondré un ejemplo: Elton John. El Gran Elton John, alguien que con veinticuatro
años es capaz de crear un álbum tan completo como Madman across the water,
donde se incluyen, no una, sino varias Obras Maestras como Levon, Tiny Dancer o
la propia Madman across the water, es un “grande” capaz de hacer que guarde no
menos de quince o veinte temas suyos en mi archivo discográfico. Pero no más. A
pesar de que habrá publicado un “qué sé yo” más de temas a lo largo de su vida
artística, salvo esos quince o veinte, el resto, como dirían en Montevideo, son
pavadas (cagadas en español), fruto de un coctel donde se puede encontrar un
poco de éxito, un mucho de interés discográfico-empresarial y un bastante de
sordera musical de las masas. Todo eso bien agitado da una larga lista de
música absolutamente prescindible en un archivo musical que se precie, lo que
no resta un ápice de respeto y agradecimiento hacia Sir Elton John y su talento
artístico. Pero la Obra Maestra aparece como el hongo de una bomba atómica sobre una
plantación de champiñones: su potencia es tal que opaca el resto de la producción,
relegándola a la categoría de simple, como si fuese música de organillero. Apostaría
a que a Gustav Mahler le hubiera encantado que la musa que le inspiró el Adagietto
de la 5ª Sinfonía en do sostenido, hubiera estado presente las veinticuatro
horas de todos los días de su vida.
P.D.: En este blog únicamente se
van a recomendar Obras Maestras, de todos los estilos y (casi) todos los
tiempos.
P.D.2ª: y ya que hablamos de Mahler y su Adagietto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario