Bon vivant

martes, 10 de septiembre de 2019

Sobre la Manipulación


No me extraña que el ser humano sea tan manipulable si dicen que fuimos creados con barro. Cualquier día se descubre que en realidad era plastilina del bazar Chang. En el ranking universal de especies maleables con capacidad limitada de razonamiento, el ser humano debe estar entre las cinco primeras; luchando a codazo partido por subir al pódium e instalarse allí por un par de eternidades.
Manipulable: palabra que siempre nos queda ajena porque suele pertenecer al ámbito de “el otro”. Es al vecino a quien manipulan. Es a los baluchistanís. A los tontos, a los necios, a los pobres, a los del tercero B. A cualquiera menos a nosotros, pensamos, incapaces de abrirnos a la posibilidad de que seamos nosotros los que colgamos al final de los hilos, de ver que la Edad Contemporánea dejó paso (o quizá perteneció siempre), allá por los tiempos de Maricastaña, a la Edad de la Manipulación.
Todos-estamos-de-cuatro-patas-ahí, lamento anunciarle y no es por amargarle el yogur.
Y cuanto más progreso más manipulación y más fácil ejercerla. Para verlo, basta con encender (de momento encender; incendiar vendrá luego) un televisor a la hora de las noticias en “prime time” y dejarlo así durante cincuenta segundos. Allá usted si se excede en la dosis.
Progreso: una de esas palabras que, cuando la oigo, me causa el mismo efecto que la palabra Mufasa a las hienas del Rey León: me parto de risa y me estremezco de miedo. ¿Alguien es capaz de mantener que el mundo está progresando en algo sin que se le descubra beneficio por ello o el aliento le huela a cazalla de alambique casero? Recuerdo que hubo un tiempo en que esa palabra se colocaba dos frases más allá, o más aquí, de otra arma de manipulación masiva, ésta letal: La liberación de la mujer.
La liberación de la mujer: ésta la inventaron en los años setenta e iba íntimamente asociada a las portadas de las revistas y las películas en las que se podía ver a una mujer sin paños menores. En aquel entonces ya me preguntaba qué tendría que ver eso con la liberación de la mujer. En todo caso correspondería a la liberación del hombre y la lesbiana, que eran los que disfrutaban del hecho, y no a la de la mujer. En ese aspecto tendrían que haber sido hombres los que apareciesen desnudos para alegrar la vista de las mujeres. Barrunto, y reconozco de antemano que puedo estar equivocado, tanto en esto como en todo, que la liberación de alguien, sea lo que sea, irá más por liberarlo, por ejemplo, de tener que trabajar, en el mejor de los casos, ocho horas al día, más una hora de viaje, más llevar una casa, más atender a los hijos, más un largo etcétera en el que cada cual puede añadir su circunstancia personal. Y todo esto para ganar una cantidad de dinero que, sumada a otra de igual calibre, permita vivir endeudado durante el suficiente tiempo de una vida como para preguntarse “pero… ¿yo qué he hecho?”
¿Aquello era la liberación de quién? Perdone, no le oigo. La “liberación de la mujer” se parece más a una venta de algo relacionado con la industria y su demanda que a nada que les haya ahorrado frustración a millones de mujeres.
Y así podría seguir enumerando palabras y frases del catálogo sin fin de la manipulación de las masas hasta el fin de los años bisiestos. Es un pozo sin fondo. Particularmente, siempre me divertía imaginar que los que inventaban estas cosas era un grupo reducido de gente que se reunía por las noches a las diez con una caja de Jack Daniels y un kilo de coca colombiana: a las once empezaban a desbarrar y a parir ideas con las que burlarse del personal y amargarle la existencia. Por otro lado, desconozco si una sola de las teorías de la conspiración que circulan por el mundo, con la ayuda del aparato que estas mirando en este momento, es cierta en su totalidad, en parte o en nada, pero he llegado a una disyuntiva a este respecto: o alguien manipula a la Humanidad a su voluntad y antojo o la Humanidad es una especie animal que no puede vivir en rebaño porque se autodestruye. Uno a uno, maravillosos, eso sí.

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